Los Amish que viven aquí amishmo.
Vale, el chiste es malo, pero no sabía cómo titular esto. Hablo de los Amish en Iowa, donde viven muchos a menos de media hora de Iowa City. Y allí fui.
Vamos a ver, ¿sabéis lo que son los Amish? Supongo que sí. Igual habéis visto la película de “Único testigo”…
Sí, esa con Harrison Ford escondiéndose en una comunidad Amish y fingiendo ser uno de ellos (para escapar de unos polis corruptos y proteger al único testigo de un asesinato policial: un niño amish) sin poder dejar de ser to sexy to guapo y claro, al final pasa lo que pasa, que tiene un amishaffaire.
La dirigió Peter Weir (un master y un commander de la vida) y está bien para un sábado tonto, aunque se ve que a los Amish no les acabó de gustar porque les puso de moda y previeron que iban a aparecer un montón de turistas por ahí a tocarles las narices y bueno, pasó un poco eso.
¿Y por qué les venía mal? Porque los Amish son gente humilde, sencilla y sobre todo, no les gusta mucho interactuar con los no-amish, a los que ellos llaman “Ingleses”, sean de donde sean. Porque en fin, es lo que tiene vivir en una comunidad super restrictiva y con reglas loquis: que no quieres que los de fuera vayan metiendo ideas y prefieres que te dejen en paz a los chiquillos.
Los Amish surgen de Suiza, de una rama protestante, los anabaptistas (creen que el bautismo ha de ser ya de adultos) que, tras aparecer en el siglo XVI con toda la reforma protestante, cada vez van teniendo más difícil sobrevivir en Europa tan puros como les gustaría y se largan al nuevo mundo a buscar nuevas tierras prometidas… y a huir de las persecuciones religiosas contra los herejes.
Se supone que de aquí salen los Mennonitas y de ahí, una rama que adopta normas más radicales, de la mano de un tal Jakob Ammann… y de ahí el nombre de “Amish”.
Empiezan a poblar Pensilvania (que es donde sigue la gran mayoría, principalmente) y luego, como el resto de colonos del mundo, ese deporte tan occidental, cuando se les queda pequeña la zona colonizada se van más allá a ver si pueden descubrir abarcar más. Ellos lo hicieron yendo al oeste, como todos los yankies, y muchos acabaron en Iowa. Hablan un dialecto del holandés y bueno, algo de alemán derivado, porque claro, al venir de allá… y mantener tanto las cosas “de siempre”, pues ahí están. Hasta aquí la clase de historia.
Ahora llega la de religión.
¿De qué van estos Amish? ¿Cuál es su rollito? Básicamente la historia se basan en buscar una vida sencilla dedicada a Dios y vivir lejos de otras comunidades diferentes para que no haya filtraciones, en seguir unos mandatos a pies juntillas (el Ordnung, que viene a ser “la disposición” o la orden) que se basan en sencillez, humildad, comunidad y en la no-violencia radical. Vamos, que si le sueltas un sopapo a un amish, al parecer, es de los que ponen la otra mejilla antes que decir nada. Son anti-militaristas. Y bueno, la característica principal de sus cositas es la de vivir anclados en la tecnología de 1800, que es cuando llegaron por esta zona. A ver, esto depende un poco de qué tipo de Amish sean, porque por aquí, por ejemplo, hay 5 o 6 tipos o grados de gente amish y mennonita, y van desde los ultra tope de gama, los "Old Order Amish” (los Amish de la vieja orden), que siguen la Biblia (según su interpretación) a pies juntillas, a los Mennonitas tal cual, sus “primos” originales, con vida más light, de los que hay algunos que hasta viven como el resto de “ingleses”, con sus teléfonos y su internet y coches, pero siguiendo la filosofía y creencias religiosas profundamente. Digamos que los Amish ATOPE son fans del antiguo testamento y los Mennonitas más del nuevo.
Pero bueno, los guays son los Old Order Amish, que son los divertidos. No llevan ropa de colores, usan ropa hecha por ellos que además es súper sencilla -y fea, digámoslo claro- y sigue estrictas normas de vestimenta (ellos traje, ellas vestido, ellos sombrero de ala ancha, ellas capucha o gorrita blanca siempre…) que también incluyen el vello facial. Las mujeres han de llevar gorrito, así que poco se ve, pero los hombres han de afeitarse mientras estén solteros y dejarse barba al casarse… ¡pero no bigote! ¿Por qué? Porque el bigotón lo llevaban, en 1800 y antes, los militares. Y ellos son antimilitaristas. ¿Cómo te quedas? Así que nada de bigotes allí, no sé qué harán con los gatos.
Y como os contaba antes, no usan tecnología posterior al 1800 (sin electricidad, sin coches, sin máquinas tipo tractor o electrodomésticos, sin teléfono, sin Substack, afortunadamente, para leer esto…) y van por ahí en carros tirados por un caballo (los buggies) porque son cositas que distraen de lo principal (Dios), y también suelen usar para la agricultura (al caballo, el carro no). Lo de no usar tecnología posterior a 1800 (ellos se asientan en Iowa a mediados del siglo XIX) no lo acabo de pillar, la verdad. Que vale, que entiendo que quieren cosas sencillas, pero… ¿por qué 1800 mejor que 1600, o que el 200? Puestos a ponerse estrictos… no sé.
En Iowa hay Amish por varios sitios, muchos cerca de Iowa City, al norte y sobre todo al sur, a una media horita, alrededor de la localidad de Kalona. Y es divertido, porque tiene cierta parte de “viaje en el tiempo” ir en su búsqueda.
Sabes que estás en territorio Amish por dos cosas:
a) Ves un montón de granjas con tiras de ropa tendida secándose… ropa de cama y ropa de vestir muy viejuna.
b) Ves esta señal en la carretera.
Que viene a avisarte de que, en cualquier momento, puede aparecer un carro con amish dentro como si fueran ciclistas domingueros por el arcén. Van por un lado de la carretera, normalmente, para no molestar mucho, pero bueno, mejor que los tengas en cuenta y respetes un poco su espacio para que no haya accidentes.
Aunque, al parecer, si los hay… como son de la no-violencia extrema y de no litigar ni protestar y eso, leí que no suelen denunciar ni buscar quién tuvo la culpa. Igual esto es un poco loquis, pero bueno, prefiero no comprobarlo.
Aquí os dejo un ejemplo de viaje por una zona amish y aparece un carrito (vídeo de mi colega Borja, de cuando vino de visita y fuimos a cotillear amish).
La música era la que estaba sonando en el coche, pero ¿a que parece puesta adrede?
Este tipo carrito cerrado es uno de los que más se veían por ahí por amishlandia. Lo suelen conducir mujeres. No sé si tiene que ver que sea cerrado y tal, para que estén más tranquis. La verdad es que la mayoría de gente que vi en carrito por amishlandia eran mujeres. No sé si allí también son super machistas, como el resto, los “ingleses”, y también piensan que las mujeres amish conducen peor los carros, pero bueno, yo las veo muy sueltecitas.
Aquí podéis ver uno aparcado delante de una panadería amish a la que fui, tras varias recomendaciones, y que tenía cosas estupenditas.
Al fondo de la foto, si se la ampliáis mucho, se ven más carritos aparcados en un sitio de trabajo de amish. Un parking de carros de caballos es bastante divertido. No sé si los domingos van a los parkings de carros a hacer prácticas de conducir carro los amish más jóvenes… y bueno, seguro que no hay picaderos amish. Aunque tendría sentido: lo normal es que en una casa-granja amish vivan ahí bajo el mismo techo hasta 4 generaciones distintas. Intimidad… poquita. Pero descendencia: mucha. Juntar esas dos cosas puede provocar imágenes locas y preguntas interesantes.
Cuando era pequeño mis padres tenían un Dos Caballos, el coche de Citröen. Pues bueno, estos carros son tan sencillos que solo tienen uno.
Hay otro tipo de carro amish, que es el abierto, tipo calesa. Este:
Mira qué majos, saludando.
Ahí iban un señor amish, con dos amishitos pequeñitos.
Aquí les vemos justo después, haciendo camino.
Bueno, el camino lo hace el pobre caballo.
El tema es que los vídeos están grabados un poco a escondidas, aunque en el primero del carro el señor saluda, como diciendo “os pillé”, pero de buenas. Porque no sé, nos daba cosa. Pero luego he leído que es que no son muy fans, al menos los de la Old School, de que les hagan fotos -y supongo que esto incluye a los vídeos-, porque consideran que es vanidad y que la biblia está en contra de las imágenes. Pero que según qué comunidades no les da tanto reparo. Igual este hombre era de una de esas comunidades.
Por toda la zona de granjas amish, cerca de Kalona, hay varias tiendas de amish y de mennonitas (ya sabéis, más light) donde puedes comprar comida, ropa y muebles hechos por ellos. La verdad es que están muy bien, porque es comida de básicos, normalmente sana y tienen un montón de cosas ricas hechas por ellos y bien de precio. Ayer hablaba con una amiga de aquí que, tócate las narices, para comer algo así sano sin aditivos cultivado bien tienes que ir a ver a los amish de costumbres cucú. Lo único malo: que en estos sitios no puedes pagar con tarjeta, claro. No tienen datáfono. Así que en la incursión el presupuesto se limitó a los dólares que llevaba en el bolsillo en cash y no era mucho… pero casi que mejor así, porque había demasiadas tentaciones que comprar. Para ser amish deberían controlar eso de ir tentando por ahí, ¿no?
En las tiendas la luz es la del día, la que cae del techo, que tiene cristal traslúcido, y todo es bastante austero ahí dentro, sin grandes carteles. A ver si otro día voy (con más cash, de paso) y saco alguna fotito. A esas tiendas van a comprar otros amish, lo cual es curioso de ver (mujeres con sus bebés, todos vestidos como en la zona Western de Port Aventura, pero en serio) y tienen cosas ricas: quesos, mermeladas, dulces y cosas de panadería…
Supongo que en estas cosas debería funcionar como con los bares de carretera: “si tiene carros de caballos en la puerta es que es bueno”. Pero en fin, no vimos tantos.
Todo esto es en granjas por ahí, entre campos de maíz, pero en Kalona está la “ciudad”, el downtown, que no deja de ser como cualquier downtown de cualquier pueblo de Iowa: una calle con casas de fachada de ladrillo en un pueblo enano que en cualquier otro sitio le llamarías urbanización.
Eso sí, tiene un museo…
Que la verdad, da un poco de cosita…
Porque no tienen mucho que enseñar. De hecho, hay varias casitas, como un mini-poblado, para enseñarte cómo viven y vivían, pero en invierno las tienen casi todas cerradas porque… ¡hace demasiado frío! Un poco WTF, pero vale, lo que tú digas.
Al entrar en el museo, que acababa de abrir, apareció una mujer motorizada, en una silla de estas eléctrica. Claramente no era amish. Hearher. No sé si lo de la silla era por alguna lesión, o por el evidente problemita de obesidad, pero bueno, ahí estaba y así vino pizpireta a darnos la bienvenida al museo y explicarnos lo de las salas cerradas. “Pero bueno, tenemos otras abiertas en este, el edificio principal, donde están las colecciones”. Vale, Heather, pues a tope con esto, hemos venido a jugar: 10$ cada uno y dinos a ver, que venimos con curiosidad amish…
Vale, pues ya os adelanto que la visita fue muy poco amish. Así, de primeras, Heather nos llevó a una sala con una colección de minerales que habían recopilado unos señores normalísimos de Kalona, llena de piritas y tal. Vale, Heather, pero nosotros veníamos más a ver piraditos.
Luego Heather nos llevó a otra sala, tras apagar la luz de la sala previa (no había nadie más con intención de visitar el museo ese día, supongo), donde exponían una colección de mantas tradicionales que cosían en telares manuales las gentes de allí hace tiempo, amish included, que al parecer había reunido otra señora normalísima de Kalona…
Son bastante antiguas… para ellos, claro. Vamos, que son del primer cuarto del siglo XX en adelante. Comentamos con Heather que nos alucinaba cómo, para ellos, los yanquis, cualquier cosa de hace un poco más de 50 años ya es alucinante y merece un museo, mientras que en España (y creo que en Europa, o en general en cualquier sitio) necesitamos un par de siglos para que algo empiece a coger interés.
También tenían otra colección de muebles expositores de hilo. Cómo no pagar por ver esto, os preguntaréis. Coge mi dinero.
Y en fin, os ahorro ir punto por punto, pero había más colecciones de gente del pueblo que limpiando la casa debió decir: “esto al museo” y se quedó tan ancha. Por ejemplo esta colección de platos de los años 60-70, uno por año, que no puede dar más cosica:
En fin, que mucho lerele y poco amish.
Bueno, no, sí vimos algo con un toque amish entre medias. Una colección de ropa que había llevado una señora del pueblo, ya anciana, de cuando ella era ¡bailarina! Se ve que bailó en revistas y espectáculos bastante naif de por aquí, desde niña. Y exponía aquí su ropa para la admiración de… dos personas de València.
Pues bien, Heather nos contó que, desde que se expuso esta ropa de baile, los amish habían dejado de ir al museo. Al parecer antes era visita concertada con sus escuelas en Kalona, pero tras esto han decidido que no van a llevar a los niños a ver esas indecencias.
Y bueno, sí, al final, en una sala había una pequeña sala de exposición que venía a explicar la vida amish y cómo viven y tal, con algunos maniquies inquietantes vestidos fatal. Pero bueno, así visten ellos. Allí vimos que los muñecos de los niños amish no tienen cara porque todos somos iguales a los ojos de dios.
Y poco más. Nada reseñable, excepto que… ¡¡tenían un buggy y podías subirte!!
Tras esta emocionante visita nos despedimos de Heather, que afortunadamente no era Amish, porque ir por ahí con su sillita tirada por un poni, por ejemplo, debe ser raro.
La visita fue lo que os he contado, sumando una sala con fotos del pasado de Kalona así un poco random explicando la historia, pero ella nos preguntó si queríamos hacernos socios del museo y sacar el pase anual.
Y es que el optimismo siempre hay que llevarlo ahí con uno, claro que sí, Heather.
¡Jajaja! Pase anual. Mola. Seguro que el pase quinquenal está tirado de precio. Ya sé qué hacer con mis findes, pensaste, como si lo viera.
Lo de llamar ingleses a to pichichi es muy llamar gallegos a to pichichi español en Argentina. Lo apruebo.
Lo que me ha trastocado un poco ha sido lo del origen del nombre amish: tenía entendido que el fundador había sido un tal Rajoy Ammann.
Y los vestidos de Little Rose Amish, no sé, se los podrían quedar los trans de la comunidad amish, que alguno habrá, digo yo.
En cuanto a lo de no llevar bigote... En Único Testigo (yo es que vi la versión doblada por Arévalo y los Hermanos Calatrava) llegaba un tío y les preguntaba si sabían quién se había dejado bigote. Los amish, sin malicia, preguntaban quién. Y el Harrison Ford doblao decía eso de "mi c****e". Y por eso decidieron que, a partir de ese momento, fuera bigotes, fuera rimas. Ahora, que eso sea verdad, pues a saber.
Good job, witness.